"Habitualmente las presentaciones y autobiografías están llenas de extensos listados de formaciones académicas, de prolijos recorridos por cargos y empresas exitosas, y en general de almíbar sobre las bondades y virtudes del biografiado. No me parece mal pero no es este mi afán.
Siempre tuve claro que estudiaría Psicología: me interesaba, en mi ingenuidad, llegar a desentrañar el lado velado del ser humano, y he hecho de ello mi profesión, aunque a veces pienso, como decía García Márquez que el corazón de las personas tiene más habitaciones que un hotel de citas. Por esa razón me formé como Terapeuta Gestalt, para entenderme y así poder entender y ayudar a otros.
Trabajé durante diez años en el ámbito de la empresa privada en departamentos de RRHH (Continente. Mapfre), y cuando sentí que mis valores se descabalgaban de mis acciones, hice caso a mi difunto padre cuando me decía: “no hay nada como trabajar para uno mismo”.
Hace unos 18 años descubrí el Coaching, me certifiqué, con la Escuela Europea de Coaching (de cuyo equipo colaborador gozosamente formo parte) y lo incorporé a mi bagaje profesional como una herramienta que se engranaba bien en mi trabajo como facilitador, formador o como le quieras llamar a estas personas que ayudamos a que otros cambien la mirada, y por consiguiente sus actos, para conseguir alinear el trayecto que media entre dónde están y dónde quieren estar en su vida o en su trabajo.
Lo que oferto lo ofertan muchos particulares y organizaciones: en mi caso creo y estoy comprometido con practicar aquello que busco cuando yo, como cliente, consumidor o usuario contrato o compro: honestidad, humildad, rigor, escucha, cambio.
No creo en modelos predeterminados, ni en soluciones mágicas. Sí en formar equipo con mis clientes para trabajar conjuntamente desde la cercanía y la transparencia, y para funcionar como el catalizador que posibilite alcanzar los resultados deseados.”